Los pensamientos

Los pensamientos
La mente habita en otras dimensiones

lunes, 30 de abril de 2018

Sombras

Sombras

Te vi titubear cruzando la calle
con paso inseguro
te miré al pasar
tu mirada fija sobre el gris asfalto
en la gris baldosa
taciturno errar.
Y qué fue de aquella gallarda presencia
qué fue del garboso...
del galán... qué fue?
A dónde perdiste tu andar caballero
por qué callejuelas
se pudo perder...
No me digas nada ni me cuentes todo
con sólo mirarte
hoy pude entender.
Andaré a tu lado como triste sombra
oculta figura
que no has de captar.
Andaré a tu lado en sagrado silencio
sombra de tu sombra
que  nunca has de ver.

domingo, 29 de abril de 2018

Mi lugar


sábado, 28 de abril de 2018

El último día

El último día, antes de partir, decidí ir a mirar por última vez la playa de mi infancia, de mi adolescencia, de mi juventud, tan especial, tal única, con sus olores particulares, sal, puerto, buques, sirenas... de algún modo única.
Invierno poco apacible aunque septiembre ya estaba entre nosotros y allí, mirábamos con mi amiga Margarita la playa que tantas historias guardaba, conversando o en silencio, sabiendo que era una despedida sin fecha de retorno y sin saber si el destino que me esperaba era el mejor. Pero la decisión estaba tomada... era partir.
En ese estado de semimeditación o reflexión nos encontrábamos cuando unos gritos de jóvenes de desesperación nos trajeron a la realidad. Habían encontrado sobre la arena húmeda de la costa, el cuerpo sin vida de un amigo que había desaparecido hacía dos días y que se había arrojado al mar desde la escollera.
Llantos, gritos, desconsuelo. Los unimos en rueda, abrazados, rezamos, hablamos, mientras solicitábamos la presencia de policía y gendarmería. Jóvenes de veinte años en una situación límite. La vida y la muerte. La llegada y la partida.
Este joven representó la partida de esta vida.
Una metáfora de mi partida hacia otra vida.
Ninguno sabía que le esperaba más allá de esta última determinación.

Este recuerdo siempre me pareció de una sincronicidad muy especial, pues marcó el último día de mi vida en esa playa antes de partir. Y eso me hizo sentir que cada día partimos de algún lugar, de alguna situación sin saber qué cosa nos espera al llegar al otro extremo del camino.

Antes de partir

Hoy les voy a dejar parte de un poema muy sentido, que guardo como perla. Fue escrito exactamente durante los veintiún días previos a mi partida para el que sería mi hogar durante cuatro años, en Tierra del Fuego. Cada día de esos veintiún días escribía unos versos; aquí les copio parte de ellas.
ANTES DE PARTIR

Antes de partir
bailaré sobre los tejados del caserío viejo
bajo las estrellas de mi postrer noche.
Rozaré con alas de tul
el atardecer carmín en la villa del mar.
Sacudiré la arena de mis pies
al subir la escalera que me lleve
al infinito
antes de partir.

Antes de partir
renunciaré a los dolores viejos
a los resentimientos y a los apegos.
Desecharé el ropaje superfluo
alivianaré el equipaje.
Abriré de madrugada la ventana de la alcoba
para que el sol me bañe al despertar...
resignaré el deseo
antes de partir.

Antes de partir
navegaré los mares de mi infierno
hundiré mis pies en el fuego
para purificarme por primera vez.
Lloveré sobre la tierra sedienta
perlas azules de sueños rosados
cenizas volaré
despojaré pétalos
persignaré
antes de partir.

Antes de partir
uniré mis manos
lavaré mis pecados
-los cometidos y los por cometer-
imaginaré el rostro amante que me espere
la luz que me ilumine
la tierra que me hospede
el hogar que me cobije
el abrazo que me sostenga
la mirada que me comprenda
el amor que me infinite
antes de partir.

Antes de partir
exorcisaré al demonio
que desde el costado izquierdo
fraguó el destino.
Dibujaré un modelo
la mejor imagen
y con cincel de plumas
esculpiré un alma de mariposa
antes de partir.

Antes de partir
desplegaré las alas
levantaré la vista
aguzaré el sentido.
Entregaré mis días al programa infinito de la vida
tomaré el timón de mi nave
y ajustaré las velas.
Colorearé mi propio arco iris
con los óleos de tu corazón
antes de partir.

viernes, 27 de abril de 2018

La vida en borrador


LA VIDA EN BORRADOR

Alguna vez tuvimos un cuaderno Rivadavia, de hojas porosas y gruesas, color mate, tapas duras o flexibles...depende. Tuvimos también un cuaderno Gloria, tapas blanditas, hojas finas, de color indefinido...
La tarea para el hogar, los versos que comenzaban a despuntar, las palabras con falta de ortografía, escribir diez renglones de no debo conversar en clase, la letra como saliera, con esquinas dobladas, tal vez sin forrar...

Alguna vez también tuvimos una vida soñada, con la casita frente al mar, grandes ventanales, jardín con flores, niños jugando con un gato, la mesa tendida y encendido el hogar... Tuvimos también una vida en la que íbamos borrando con el codo lo que escribíamos con la mano. Intentamos cien veces la cuenta del amor. Multiplicamos las risas y los desengaños. Dividimos las penas por dos. Analizamos eternamente la sintaxis de esa oración que no llegáramos a concluir... Redacción, hoy, tema: “La Vaca”. No, hoy no quiero escribir sobre la vaca, hoy quiero escribir sobre la vida, quiero escribir sobre el amor. Arrancamos la hoja, y escribimos a nuestro antojo, dándonos el gusto de equivocarnos cien veces, total... en ese cuaderno borrador se podían arrancar las hojas...
Y nos iba quedando el otro cuaderno, el Rivadavia, subrayadito, impecable, letra redondita....

Hoy me pregunto.... hablaba ese cuaderno de quiénes éramos? Muy bien alumno Pepito.... tenés un diez. Pero Pepito no era el del cuaderno en limpio, el verdadero Pepito estaba en ese cuaderno borrador, sin títulos subrayados, sin correcciones rojas o verdes... Pepito era aquél del cuaderno borrador. Con las anotaciones que iba haciendo en la ultima hoja, con el corazón unido al corazón de Maria, luego tachado y unido al corazón de Paula...y así... tantos corazones como sueños, tantos sueños como pájaros...

Pero un día crecimos... y ya no tenemos ni el Rivadavia ni el Gloria.
Quizás un block de notas, una agenda, una página, o un sitio donde vamos apuntando, a veces escritos como ahora, en borrador, otras pasado en limpio....

Y aquí me pregunto, te pregunto, tenemos una vida en limpio y otra vida en borrador?

Te pregunto y me respondo. Creo que por suerte tenemos una sola, y es en borrador.

En ese borrador donde alguna vez te dije diciéndome, aturdida por tanto verso y tanto verbo... " Idiota…te pasaste la vida escribiendo versos/mientras que la vida te pasaba a vos..."

Entonces hoy te digo-me digo, sacá el borrador de la mochila, mostrálo así como está!!! No quieras que tu vuelo sea el más prolijo, ni tu ave la más bella... dame tu cuaderno, te quiero conocer...
Qué me importa si te equivocaste cien veces al conjugar el verbo amar, vivir o temer... qué me importa si en la multiplicación perdiste o en la división ganaste... qué me importa si las esquinas de tu cuaderno están dobladas, si las tapas ajadas de tanto rodar...

No me importa tampoco que las hojas borroneadas no dejen entender el principio de la oración. No me importa si le falta alguna hoja... no me importa tampoco que tengas faltas de ortografía, o de las otras... no me importa que tu letra no sea la más linda, ni la más prolija, no me importa que no tenga etiqueta...

Quiero ver tu borrador!!!

miércoles, 25 de abril de 2018


Acaso peregrino

Las calles del tiempo se han llevado los sueños
como hojas que al viento no pudieran vencer
remotos susurros de suspiros sin dueños
capullos de rosas muertos sin florecer.

La nada se instala en sacrosanto recinto
del alma, que es sala donde habita el dolor,
silencios sagrados retornan al extinto
santuario del tiempo sin un solo clamor.

Acallados a un tiempo dolores y llantos,
mutilados amantes encuentran destino
aislando fantasmas de pasados espantos;

se abre nueva la flor, rescatado su sino,
ave fénix, amor, renovados encantos
descubriendo al final su acaso peregrino.

martes, 24 de abril de 2018

Más allá del molino.


Más allá del molino.

Capítulo I

Ocasionalmente cruzo la calle de los aromos para internarme en el campo de lavanda y andar sin rumbo hasta que caiga el sol. Me pierdo en un mar azul de ilusiones y perfumes mientras algunas ramas y flores van dejando su huella en los pantalones de hilo blanco que uso para mis caminatas.
Un molino que marca su monótono camino de noria señala mi norte y cuando el sol comienza a acercarse a la vera del cerro Ceferino me detengo, miro lejos, observo cuánto falta para llegar y me digo... otra vez será. Vuelvo sobre mis pasos y como quien vuelve de misa de las ocho me encamino otra vez hacia la calle de los aromos.
Cuando ya diviso  el monasterio vuelvo a la realidad, me sumerjo nuevamente en el mundo de los mercaderes de la vida prometiéndome otra vez, que éste sería mi última caminata de regreso, que la próxima vez seguiría hasta más allá del molino.

Las campanas de las seis están sonando y las primeras sombras largas caen sobre los cipreses. Hace frío y el viento mueve la copa de los álamos plateados y las hojas de las ramas más altas parecen aplaudir la llegada de no sé quién. Pero que aplauden... aplauden.
Algunas señoras con gruesos y oscuros abrigos se encuentran y conversan en medio de ademanes y ampulosos gestos. Sus rostros denotan angustia, alarma, desesperación, intriga. Sus labios murmuran por lo bajo y sus ojos se entornan como intentando desentrañar un misterio o un chisme -vaya uno a saber-. Me hago a un lado para no tener que saludarlas, -no tengo ganas hoy-, sin embargo la distancia es mínima y alcanzo a escuchar unas palabras que me hielan el alma:
-Fue hasta más allá del molino!



Más allá del molino II.

La tarde apareció poco nublada y el cielo, casi oscurecido, parecía un infinito mar donde podía internarse un barco para hundirse en el olvido. La calle estaba aún muy húmeda por la llovizna de la mañana y el perfume a lavanda impregnaba el aire. Era toda una tentación... un llamado que retumbaba en mis oídos con la fuerza de la naturaleza y del instinto.
Las botas de agua me protegían de los charcos que se resistían a ser absorbidos por una tierra no tan sedienta como devoradora. Los robles teñían de oro y cobre el horizonte que se adivinaba más allá de la bruma que comenzaba a cubrirlo todo.
Un toque de duda y un sutil escalofrío en mi espalda hizo que me detuviera un instante, miré hacia atrás, luego hacia adelante y sacudiendo la cabeza, apuré el andar y comencé con paso ágil el camino que tanto conocía y que siempre me esperaba. Sí, me esperaba.
Una bandada de loros barranqueros cruzó el cielo más temprano que de costumbre ya que la oscuridad de las nubes anunciaba que la noche se adelantaría. Sí, se adelantaría. Como me adelantaba yo en mi trayecto, con decisión y con un dejo de inquietud.

-Espérame- el eco de esa palabra sonaba en mis oídos con la fuerza del primer día. -Espérame... y si no regreso, búscame.

Pero por dónde comenzar....

La última vez que lo vi iba rumbo al molino. Caminaba apurado, se dio vuelta una sola vez, me miró como quien desea grabar algo en su mente, asirlo, tomarlo, aprehenderlo pero con la inmensa tristeza de no poder hacerlo.
Llovía aquella tarde, casi torrencialmente, y pronto se perdió de vista. Al día siguiente esperé infructuosamente, y al otro, y al otro....  pero nada. Esperaba. Siempre esperaba, como sigo esperando, hasta que hoy decido ir tras sus huellas...

Más allá del molino -me dijo cierta vez- está el lugar donde se guardan los tesoros. Y eso era todo lo que sabía, todos los datos que tenía. Pero ya habían pasado más de tres meses -tres meses y catorce días para ser exactos-  y estaba decidida a ir hasta más allá del molino.

Caminé sin detenerme hasta llegar al vado, corría bastante agua, traía pajitas y hacía espuma y globitos en las piedras, eso significaba que venía con algo de fuerza y que más adelante habría algo de crecida lo que provocaría que aumentara el caudal en unas pocas horas. Había llovido detrás de las sierras. Lo crucé con decisión utilizando una vara de álamo a manera de cayado que encontré caída, no me costó demasiado trabajo y mojada por la bruma y la transpiración que me provocó el miedo, pisé suelo firme, arcilloso, algo de ripio. Qué distintas podían ser ambas márgenes del arroyo...

-Espérame cuando todos se cansen de esperar- Y si no vuelvo búscame.

Allá voy… ha comenzado la búsqueda.

Caminé hasta el molino, la fuerza del viento del oeste comenzó a limpiar el cielo justo cuando el sol comenzaba a ponerse. No había tiempo para iniciar el camino de regreso de modo que decidí buscar algún lugar para pasar la noche en las inmediaciones...


CAPITULO III

Me desperté por los ladridos de los perros cuando aún no había terminado de aclarar. Había logrado entrar por la puerta trasera de la casa abandonada y fue mayor el miedo a la intemperie que el peso de la lobreguez de ese albergue ocasional.
De pronto la vida pasó delante de mí como en una película de tres minutos.

Juan creció en el paraje de La Arcadia. Cuando llegó desde la Patagonia se instaló junto a su padre en una vieja casona de estilo colonial, algo  arruinada por el paso del tiempo que llevó deshabitada, pero conservaba la aristocracia de los años idos. Se cuenta que fue construida por los tripulantes del Graf Spee, aquel viejo acorazado alemán hundido en las cercanías de Montevideo. Muchos de los sobrevivientes buscaron refugio en lugares aislados entre las sierras de nuestras pampas, construyendo allí sus residencias, cuestión que esa vieja casona abandonada fue el hogar de Juan, su escuela, su fuente de trabajo, la cuna de sus musas y la de sus ideales.
Cuando las tareas del campo lo liberaban de sus obligaciones Juan se dedicaba horas enteras a la lectura de material que extraía de la biblioteca de la villa, de algunos libros que había encontrado en el sótano de la casa y varios que intercambiaba con sus compañeros de  estudios. Leía y escribía hasta casi la madrugada, recuerdo aún, la amarillenta luz de su ventana que alcanzaba a ver cuando iba a visitar a mi abuela materna.
Callado y taciturno su rostro se iluminaba cuando sonreía, sus grandes ojos celestes eran un mar en calma que invitaba a soñar y a sumergirse en busca de mágicos parajes submarinos. Pero había algo particular en su mirada, daba la sensación de que siempre estaba mirando lejos, más allá de cualquier pensamiento o de cualquier horizonte, como si soñara despierto o mirara con los ojos del alma algo que para todos era inasible. Su sonrisa era dulce y triste, lejana, siempre buscando algo allá… más allá. Alguna vez creí ver que su sonrisa cambiaba, que un dejo de satisfacción se insinuaba, como quien encuentra respuesta a una inquietud o la nota final para una sinfonía. Esa sonrisa tenía cuando puso el anillo de compromiso en mi mano y me pidió que nos fuésemos a vivir juntos.
Nuestra casa fue una cabaña construida con troncos y pronto tuvo calor de hogar, con perros, cortinitas de crochet y aroma a pan casero. Juan trabajaba hasta media tarde y luego se reunía con sus compañeros en un galpón que estaba situado más allá del molino donde estudiaban y discutían proyectos de trabajo, planificaban un futuro aserradero y de vez en cuando terminaban con una guitarreada que se prolongaba hasta la madrugada. Hasta que un día se prolongó más de un día y luego otro más… y más…
No preguntes –me rogó- y no te acerques al molino, ¡nunca! –y esto último me supo a  orden-.

En la semipenumbra logré ver la puerta que daba a la sala y el hogar donde aún quedaban restos de cenizas. Cuándo habrían ardido los leños por última vez… quién habrá entibiado sus manos en él… dónde fueron a parar tantos sueños...
Estaba en medio de mis cavilaciones cuando vi rondar a un chimango caracá. Presa del terror tomé mi morral y corrí hacia el medio de la nada.


Microcuento

Se acercó al pozo para saciar su sed, cuando se vio reflejado no se reconoció, se lanzó al ataque contra el espejo de agua y se perdió para siempre entre sus propios fantasmas.

ENVOLTURAS

Llegó envuelto en una servilleta de papel color blanco.
Cuando ella abrió el pequeño bulto observó con horror lo que había dentro, no alcanzó a quitar la mano, el alacrán la había picado.

El mensaje

Imagen tomada de la web

  • No vuelvas la vista atrás
  • La vida no tiene retroceso
  • Disfruta tus próximos doce meses
El mensaje fue claro, contundente... falta poco para que se cumpla el plazo. 
Hay sueños lúcidos, mensajes ultradimensionales, viajes astrales y consciencias colectivas y algunos cuantos etcéteras que no hacen falta en este momento.
Sólo resta esperar...





Mis viajes

Viajé a través del tiempo, atravesé dimensiones y una de esas noches me sorprendió internándome en las cavernas misteriosas de corazones desconocidos, solitarios, transeúntes casuales de rutas inexistentes y que solamente los que podemos viajar sin pasaportes y sin billetes de regreso solemos encontrar.
Los solitarios nos parecemos. Creemos en la cópula de las almas, en la comunión de los cuerpos y en el amor de una noche que se eterniza en el tiempo.